“- Sr.Acusado
- Dígame, su Señoría
-
Por última vez,
¿qué ciudad prefiere usted “Roma” o “Londres”?
-
Ufff… no se…
soy fan absoluto de Londres, pero también
amo sobre todas las cosas el callejear por Roma … no sé, ¿Por qué tengo que
elegir?
-
Decídase!…decídase!…decídase!…decídase!.....”
Me
levanto sobresaltado y miro el reloj: las 5.30AM… Joder, vivo presionado hasta
cuando duermo, ahora cualquiera coge el sueño otra vez. Mientras le doy la
vuelta a la almohada para que esté más fresquita y me pongo de nuevo en
posición fetal, me pongo a pensar en el sueño que me ha desvelado y en la
importancia de las DECISIONES…
Por una lado mi vida esta llena de decisiones que
siempre dejo postergadas “para más adelante”, esperando que se solucionen solas,
quizás porque no me apetece enfrentarme a esa situación o porque realmente lo
que me da miedo es ser responsable de
las consecuencias de la decisión tomada, pese aunque en realidad se perfectamente que no tomar las riendas es
un craso error ya que más tarde o más temprano voy a tener que responder a esa
llamada, o voy a tener esa conversación que tanto temo… Si, confieso, yo
padezco el “síndrome de postergación” (tengo que apuntar este síndrome en mi
libreta de “Mario: Las cosas de mi mismo que no me gustan”).
Ah,
bueno y luego están las continuas decisiones que tenemos que tomar en el día a
día, y no hablo de decisiones de carácter existencial y filosófico a modo de
Kant o Nietzsche, no, hablo de decisiones de cosas absurdas pero que te pueden
condicionar el día e incluso la vida: cojo el coche o voy en metro, desayuno en
casa o en el bar, ¿Qué ropa me pongo?, ascensor o escalera… Decisiones nimias como
la de aquel día, en el que preferí, dejándome
llevar por un par de cervezas de más, ir caminando hacia casa en vez de coger
el taxi de rigor. Gracias a esa decisión me encontré a Guiness, un cachorro de Papillon. Solo y desprotegido como yo, estaba sollozando detrás de la rueda de un coche, muerto de
hambre y sed. Desde ese día Guiness comparte la vida conmigo…bueno, la vida y
la cama… “-Guiness, échate a un lado ostia que me das mucho calor”.
Bueno parece que empiezo a coger otra vez el sueño...
Última Reflexión: No obstante,
y pese a todo el coñazo de tener que ir decidiendo continuamente, lo realmente
importante es que tengo la libertad y el poder para poder decidir.