Me gusta el cine. Me gusta el cine dentro del cine. Me gustan las historias que te pellizcan el corazón con cada fotograma. Me gustan las películas que de repente te empañan la retina y no te dejan continuar mirando a la pantalla a menos que, disimulando y para que tu acompañante o el resto de la sala no se den cuenta, te pases la mano por debajo de los ojos a modo de pañuelo salvador. Una de esas películas es ‘Estación Central de Brasil’, una cinta que descubrí en un video club de barrio la nochebuena del 96 para verla con mi amigo Luis tal y como hacíamos siempre todos los años.
La protagonista es Dora, una antigua maestra de escuela que se gana la vida escribiendo cartas para personas analfabetas en la asfixiante estación central de Río de Janeiro y que, debido al continuo flujo de vidas anónimas que pasan por allí a diario y a la adversidad de la vida, va desarrollando una indiferencia sobre la importancia que su trabajo tiene para esas personas, un fiel reflejo de nuestra sociedad. Un fatídico día una de las clientas de Dora muere atropellada a la salida de la Estación y acaba haciéndose cargo de su hijo huérfano, Josué, a quien le promete llevarle hasta su padre en una remota zona del nordeste de Brasil. Y es aquí donde empieza su aventura, un viaje que les ayudará a conocerse pero ante todo les acercará al interior de sí mismos, una experiencia que cambiará para siempre sus vidas y que de un modo u otro también cambió la mía.
No puedo olvidarme de la emocionante escena final con la voz en off de Dora leyendo la carta de despedida que le deja a Josué en la casa de sus hermanos, una carta triste pero a la vez llena de felicidad y esperanza por el futuro que le espera a partir de ese momento. Desde entonces pienso a menudo en ellos y ahora, mientras escucho la banda sonora y se me hace un pequeño nudo en la garganta, me imagino que Dora sigue escribiendo cartas en esa estación y pienso en Josué, que al fin ha encontrado a su padre, sonriendo mientras recuerda a Dora y enfrentándose a la vida con optimismo.
Siempre he creído que cada día se nos cruzan personas que, sin quererlo, nos muestran caminos para ser más felices. A mí aquel día se me cruzó una película.
Quiero mas comentarios!
ResponderEliminarSimplemente emocionante #Rai
ResponderEliminarJojo.. sin palabras!!!, es una pelicula preciosa, yo tambien amo el cine, espero poder seguir leyendo tus post y descubrir peliculas que no he visto para poder verlas a través de tu opinión.
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